lunes

Ya han llegado los leones:



Antes de los leones, había dos farolas.
En la obra original de Narciso Pascual y Colomer no aparecían los leones, sino dos farolas. Parece que a los parlamentarios y ciudadanos de la época estas farolas no les gustaron nada, les faltaba solemnidad, y sus protestas provocaron su retirada y sustitución por dos esculturas, es en este momento y a petición de los parlamentarios, cuando se decide colocar un par de leones, símbolo de la monarquía, que custodiarían de manera eterna el santuario de la política española, dotándolo de mayor empaque y solemnidad.
Se recurrió a Ponciano Ponzano, el escultor de la fachada del congreso,  el dinero escaseaba en España ¿ya se lo llevaban? y se tuvo que descartar  el empleo de materiales nobles, Ponzano modeló dos leones en yeso y luego fueron pintados de color bronce, que se colocaron en dos basamentos pero entonces ya había gamberros y también llovía, las figuras fueron deteriorándose.
Detalle de los leones de yeso. Año 1853. Foto: Laurent. Biblioteca Nacional de España.
Estereoscopia que corresponde a las obras del desmontaje de las farolas. Hacía 1865. Foto: Voyage en Espagne.
El Congreso sin ningún león. Foto: Laurent.
Pasados dos años se volvió a solicitar su concurso para reponer las esculturas, Ponzano como estaba descontento con los 24.000 reales que le habían pagado presentó un presupuesto desorbitado para que el encargo recayera en José Bellver, como así fue. Dos leones otra vez pero ahora de piedra y demasiado pequeños, las criticas no tardaron y de los leones se decía que parecían dos perros rabiosos en lugar de dos felinos, aun así dio tiempo a  que su imagen se convirtiera en el reverso de algunas monedas, las de 5 y las de 10 céntimos. Éstas se conocerían como las “perras chicas” y las “perras gordas”, y pasaron a la iconografía de España, en la que hoy en día se sigue diciendo “dame unas perras”, “no tengo perras”, aun después de los años que llevamos inmersos en el euro.


 
La comisión de las Cortes decidió venderlos al marqués de San Juan, que se los llevó al jardín de Monforte, en Valencia. Y allí siguen.
Tercer par de leones, prolongado el murete para eliminar el desnivel donde se encontraban las farolas, sin garitas y dos años más tarde se retoma el proyecto por el general Fernando Fernández de Córdoba, marqués de Mendigorría, después de que la reina en persona se opusiese a que fuera encargado en el extranjero. Y se recurre nuevamente a Ponzano, esta vez con más garantías de éxito. El nuevo director de la Fábrica de Artillería, el coronel Francisco Alvear, sugirió que se aprovechara el bronce de los cañones enviados como trofeos por el general Leopoldo O’Donnell, tras la victoria en la batalla de Wad-Rass, durante la guerra de África. El proyecto estuvo paralizado por un tiempo debido a los cambios de gobierno.
En 1865 los cañones fueron fundidos en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla con la colaboración de operarios de la Fábrica de Artillería de Trubia, Asturias. Ciento treinta quintales del bronce

El molde del primer león constaba de 2276 piezas, repartidas a razón de: 26 piezas los ojos, 34 las orejas, 91 la boca y 2121 el resto del cuerpo y sabemos que la composición del bronce utilizado era de un 88% de cobre, 10% de estaño, 1,5% de plomo y 0,5% de cinc. Las dimensiones de ambos eran muy similares, contando con una altura de 2,10 metros, una longitud máxima de 2,20 metros y una anchura en el pecho de 0,8 metros.
El maestro cincelador Jacinto Bergaret, francés de nacimiento llegó a Sevilla en 1866 y fue asalariado de la fábrica durante 75 meses, con un sueldo mensual de 375 pesetas. De su buena labor da cuenta el hecho de que fuera recompensado por el Congreso de los Diputados con la concesión de la Cruz de Caballero de Carlos III y con una gratificación económica de 500 pesetas.

Concluidos los trabajos, los leones abandonaron Sevilla en tren haciendo el trayecto inverso al que habían recorrido sus antecesores, los leones de yeso.  
Como curiosidad añadir que estos leones de yeso, que sirvieron como modelo, permanecieron en el vestíbulo de entrada de la Fábrica de Artillería de Sevilla hasta que ésta dejo de tener funcionamiento militar, siendo trasladados en noviembre de 2009 a su ubicación actual en la Capitanía Militar de Sevilla, sita en la Plaza de España.
Una vez trasladados a Madrid los leones sirvieron para las peleas políticas y estuvieron a punto de no ser instalados. Algunos diputados pensaban que el material del que estaban hechos provenía de una guerra y no merecían estar en tan privilegiado lugar,  habrían de pasar todavía siete años y la insistencia de Federico Madrazo, pintor y el marqués de Cubas, parlamentario y Alcalde de Madrid, para que se aprobara su colocación ¡veintidós años después de su encargo! Y es que, las cosas de palacio, van despacio...
Finalmente en 1872 fueron colocadas en su emplazamiento actual para que los leones flanquearan por fin la puerta principal del Congreso de los Diputados.
Esta vez Ponciano Ponzano sí que consiguió dotar a los dos leones de la fiereza y la belleza deseada. Pronto comenzaron a ser conocidos como Daoiz y Velarde, en honor a los héroes del 2 de mayo de 1808, que lucharon en la guerra de la Independencia contra las tropas francesas que habían invadido España, pero el pueblo los “rebautizó” como Benavides y Malospelos.
Y esta es la historia de los leones y de cómo se crearon la tercera y definitiva (hasta el momento) pareja de leones del congreso.

Uno pesa 2.219 kilos, y el otro llega hasta los 2.668 kilos.
Los dos parecen estar posando para una foto, de hecho les hacen muchas cada día,  y aunque parecen iguales, en realidad no lo son. Además de la diferencia de peso, y que uno tiene testículos y otro no, Daoíz mira a la izquierda y Velarde a la derecha, y además sujetan una bola con patas diferentes.
Que Daoíz no tiene escroto no se supo hasta 1985, cuando se bajaron los leones por primera vez de su pedestal para ser restaurados. En realidad los leones representan a Hipómenes y Atalanta, un héroe y una heroína de la mitología griega, y es por eso que al ser convertidos en leones se respetó su identidad femenina. Pero ambos lucen melena.
La representación de Hipomenes y Atalanta como leones se encuentra también en la Fuente de la Diosa Cibeles, cercana al palacio de las Cortes, obra de Ventura Rodríguez. Lo que no sabemos es el motivo de representar a Atalanta con grandes melenas, como un macho en ambas esculturas, podría ser un tema estético.
Otra suposición es la que dice que durante el proceso de creación de las esculturas, Ponzano se dio cuenta de que faltaría algo de material y decidió prescindir de éste en los testículos del león izquierdo, al cual representó con el rabo enroscado, lo cual servía para tapar la pudorosa falta de material.  La situación algo más elevada de éste permitía que el detalle pasase desapercibido.

Ponzano, Ponciano Ponzano y Gascón al que tanto se ha nombrado en esta entrada hay que decir que fue un escultor neoclásico-español (Zaragoza, 19 de enero de 1813- Madrid, 15 de septiembre de 1877) . Perfeccionista, irónico en el trato, atrevido en sus trabajos, al que Becquer mencionó en su obra.
En aquella época era muy valorado, autor por ejemplo, la estatua de la libertad que sirve de remate a la sepultura de Argüelles, Mendizábal y Calatrava, y que se encuentra en el Panteón de Españoles Ilustres, en el barrio de Pacífico de Madrid. Y en la que se inspiraron para la célebre de Nueva York.
Una curiosidad sobre el escultor es su personalidad supersticiosa, reticente a esculpir animales que según el causaban mala suerte, pero esculpió un gato  en la alegoría de la libertad y finalmente se decidió a esculpir los leones. Pues bien, su peculiar fallecimiento en 1877, atragantado por una uva, creó un halo de misterio en torno al escultor y los leones del Congreso.
Cuando Ponzano murió, era tan pobre que la Real Academia de San Fernando tuvo que hacer una contribución financiera, disfrazándola como una compra de dibujos para que se le pudiese enterrar. 
Merece la pena leer su biografía