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Cementerio de Torrero:



Antiguamente los cadáveres eran enterrados en el interior de las iglesias, en los cementerios o fosas que las parroquias tenían en el exterior de ellas y en los conventos y monasterios.  Durante los últimos años del siglo XVIII y los primeros del siglo XIX, numerosas órdenes y decretos obligaban a los ayuntamientos a la construcción de cementerios municipales. Sobre todos ellos, el que tuvo mayor eficacia fue el decreto de las Cortes el día 1 de noviembre de 1813 que ordenaba que se dispusieran en toda España, en el plazo de un mes, cementerios provisionales en los que fueran inhumados todos los cadáveres hasta que se construyeran los permanentes, queriendo poner así fin a la dispersión de los enterramientos en diversos lugares dentro de las ciudades.


CEMENTERIO DE TORRERO

En el año 1823 el Ayuntamiento de Zaragoza comenzó a hacer las gestiones para construir un cementerio permanente, cercano a Zaragoza, en la zona llamada Monte de Torrero. El coste de las obras proyectadas para la construcción ascendió a 135.058 reales de vellón que el Ayuntamiento distribuyó entre todas las parroquias zaragozanas, ya que cada una de ellas dispondría de un cuadro de sepulturas en propiedad. De todas las parroquias la única que costeó su parte correspondiente fue la de San Pablo, ya que las demás, según los informes, alegaban que no disponían de fondos. Las obras comenzaron el día 30 de noviembre de 1832 adjudicándoselas en subasta a Bernardo Nobella, y finalmente  100.000 reales de vellón fueron sufragados por el Ministerio de Hacienda.
Subsanando los diferentes problemas económicos fue inaugurado solemnemente y bendecido por el entonces arzobispo de la diócesis de Zaragoza don Bernardo Francés Caballero, el día 2 de julio del año 1834. Y con una  extensión  de unas sesenta mil varas cuadradas.
Numerosos hombres ilustres han sido inhumados en el cementerio de Torrero a lo largo de su más de siglo y medio de existencia. Don Agustín Alcaide, condecorado por el general Palafox; don Miguel Salamero, defensor de la ciudad en el primero de sus sitios; los catedráticos Bruno Solano y Cosme Blasco y Val, este último cronista de la Ciudad; el ilustre polígrafo y padre de la patria aragonesa Joaquín Costa, fallecido en 1911; el periodista Mariano de Cavia; el tenor Miguel Fleta, muerto en el año 1938; la pianista Pilar Bayona y, por último, de Don José Camón Aznar, fallecido en 1979, zaragozano ilustre que donó a Aragón su rica colección de arte creándose con ella el Museo e Instituto de Humanidades que lleva su nombre.

Desde el punto de vista estructural varios son los tipos de enterramientos que en él encontramos, el más sencillo el tipo de fosa, cubierta con el panteón de piedra o simplemente con una cruz en la cabecera, la cripta subterránea, con nichos, que al exterior puede estar cubierta con panteón, en algunos casos de gran monumentalidad escultórica o con capilla funeraria provista de altar en el que pueden celebrarse los diversos oficios religiosos.
Desde el punto de vista estilístico, hay una gran variedad en la elección de formas para los panteones y las capillas funerarias. En la arquitectura se va a dar, en primer lugar, una gran influencia del clasicismo. Se construyen algunas capillas funerarias siguiendo los esquemas más puros de la arquitectura clásica, con variedad de motivos decorativos, algunos de los cuales no están del todo dentro de la ortodoxia religiosa católica, aunque siempre se contrarrestan con la presencia, irreemplazable, de la cruz. Hay algunos panteones y capillas funerarias en los que el estilo que ha inspirado al artista es el egipcio, con la presencia de discos solares alados y otros motivos de la vida de ultratumba, no faltando la presencia de la esfinge que vele el sueño de los muertos. El estilo arquitectónico que más impera en las construcciones funerarias de Torrero, al igual que en otras muchas necrópolis de España, es el neogótico, de frágiles y elevadas agujas, de esbeltas formas y calados ventanales. Junto a él, un forzado neorrománico, en algunas ocasiones timbrado de cierto bizantinismo.
En la escultura, también impera el clasicismo, de serenas formas y expresiones, retratos en algunos de los casos de los difuntos en cuyo recuerdo se levantaron los monumentos funerarios. Junto a estas esculturas clasicistas se encuentran otras modernistas, esculpidas por artistas zaragozanos o foráneos que embellecieron -en breve espacio de tiempo- el cementerio convirtiéndolo -sin lugar a dudas-, en un bello museo de escultura al aire libre. Fundamentalmente los materiales empleados en las esculturas antiguas es la piedra y el mármol, imponiéndose en los últimos años algunas obras de bronce.


De entre todas las capillas funerarias, algunas de ellas muy modernas, construidas con gran profusión de vidrios de brillantes colores, destaca la de la familia de Antonio Portolés, de formas clásicas con bellos relieves de bronce de los escultores Carlos Palao y R. Bayod (1912), además de la que es propiedad del Cabildo de Zaragoza,o la que tiene sobre su puerta una escultura de Antonio Bueno, del año 1957, que representa a Cristo resucitado, propiedad de la familia Lara Faguas.

Escultores aragoneses presentes en el Torrero,  el escultor Dionisio Lausén. Es autor, entre otras notables obras, del Ángel de la oración del mausoleo de la familia de Matute-Pérez de 1899, o la escultura del Silencio del sepulcro de la familia de Antonio Morón de 1904, además del mausoleo de Joaquín Costa (final de la avenida principal).
No podemos olvidar el impresionante conjunto de la Fosa Común, obra del escultor zaragozano José Bueno, en la segunda década de este siglo. Representa a dos hombres desnudos que sostienen el cuerpo de otro hombre muerto (calle transversal a la avenida principal).
De la última estatuaria sepulcral podríamos destacar la escultura de niña de la tumba propiedad de Eduardo Álvarez y Pilar Sarto y la modernísima escultura de la Piedad, obra de Venancio Blanco para la tumba del profesor José Camón Aznar.

Otros escultores, Enrique Clarasó, autor de cuatro obras de innegable belleza y de gran interés, representando un enterrador en el momento de cavar una fosa, de la familia de Alberto Aladrén, o la del tiempo, simbolizando un viejo en actitud de arrancar las hojas del libro de la vida, o  con reloj de arena, hoy desaparecido, que se encuentra en la sepultura de las familias Gómez Arroyo y Sancho Arroyo). De Ramón Subirat son los dos pequeños ángeles que sostienen la cartela central del panteón de la familia Figueras, de hacia el año 1896, también Bayod, Buzzi-Gussoni, Cavero y Viarge, Górriz y García, Pico y Ruiz, Perie, y otros muchos.
El Jardín de las Cenizas o de los Aromas es un espacio creado para el recuerdo, un hermoso y cuidado entorno en el que, de su vínculo con la tierra, brota nueva vida: las plantas aromáticas. Un lugar en el que depositar las cenizas o enterrar las urnas.
Hoy el cementerio de Torrero es un espacio acotado de más de 500.000 m2. Configurado según el modelo de cementerio-ciudad propio de las necrópolis latinas, se ordena en calles o andadores y en manzanas o cuadros, con bancos, árboles y farolas, como si de una ciudad se tratara. Es un espacio para la ajetreada actividad funeraria diaria, pero lo es también para el paseo y la contemplación del arte funerario de gran calidad que contiene.
Se pueden hacer diferentes recorridos, el de mayor interés artístico se concentra en el llamado Cementerio Antiguo.
También tiene interés, ver donde  yacen los hombres y mujeres que han forjado la Zaragoza contemporánea o han tenido proyección más allá. En suma, la historia de la ciudad de los dos últimos siglos.

Los itinerarios guiados pueden ser de día o nocturnos.


6 comentarios:

  1. El artículo me ha gustado mucho, en más de una ocasión me había planteado hacer una visita guiada, pero no la he hecho nunca. Hay dos esculturas o mausoleos que no conocía, la entrada principal, únicamente se utiliza para la parte antigua y las oficinas.
    Por cierto tengo que renovar un nicho que ha caducado el 18 de este mes, pero no hace falta acercarse al cementerio, se puede hacer en el ayuntamiento y creo que también a través de internet.
    Un abrazo

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    1. Este espacio es casi desconocido, solo pongo algunas cosas, textos muy extensos, o ampliaciones de algunas entradas. Celebro que te haya gustado. Abrazos

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    2. He llamado telefónicamente para renovar el contrato del nicho de mi padre y me lo han solucionado telefónicamente.
      Aunque es algo que no me termina de gustar, por las veces que últimamente estoy visitando el cementerio, quizás me plantee una visita guiada.

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    3. Pues hazla de noche. Y me cuentas

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  2. Existen muchos cementerios que son verdaderos museos.
    No es muy normal, estando de vacaciones, plantearse el visitar un cementerio pero en muchos casos merece la pena.
    No se si conoces el cementerio de Sevilla. Alberga, también, numerosas obras de arte algunas con una sencillez y un gusto exquisito.
    Habrá que pasarse por el Cementerio de Torrero para verlo.
    La última vez que estuve en Zaragoza fue hace tres años, también pasé unos días en Zuera.
    Como siempre, una entrada magnífica.
    Abrazos.

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    1. Hice tres presentaciones sobre cementerios, esta, el Torrero en Zaragoza, otra de Poble Nou en Barcelona y la última sobre el más antiguo de Madrid, pero como tu dices, hay cementerios que merecen visitarse, entre católicos y protestantes tenemos mucho para visitar y últimamente ofrecen visitas guiadas, incluso nocturnas, con música, velas y ambientadas. Un abrazo y muchas gracias Antonio

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