Empezamos a recibir cariños...

 

La primera en llegar, fiel a su costumbre el 8 de diciembre llegan sus tarjetas y su cariño , sigo dándole las gracias, Mónica  

Y un poema personal que una amiga me prestó, me regaló en aras de su amistad. Gracias Ginebra Blonde

Y podría hablarte
de tantas cosas
que veneran mis alas
aun con sus plumas
algo cansadas
y un tanto
desaliñadas…
Podría enseñarte
estas manos que acicalan
de cosquillas y lunares
cada beso
al acostarte.
Y por poder querría
que me ensañaras tú
con tu sonrisa de niña
dulce y espabilada
cada resquicio de vida
que se esconde
temerosa y olvidadiza
tras tu mirada.
Que te quiero,
madre mía;
que te adoro
noche y día
en esta tempestad
que nos asola,
pero, shh…;
deja que llueva;
que se mojen tus pestañas;
va a nacer el Niño.
Que se escuchen las campanas
y los villancicos
en esta Navidad
tras tus ojos olvido
—verde olivo—
y vive,
baila,
sueña…;
que yo…
yo te llevo;
estoy contigo.

 

Nuestra compañera bloguera también nos regala un poema y lo he traído de Autodidacta para que luzca como un precioso regalo.

NOCHEBUENA EN FAMILIA
Con paciencia y con ganas
intentaré una receta
para estos días en familia,
por la cita navideña.

Pondré un poquito de musgo,
papel de plata por río,
harina por nieve blanca,
y unos padres con un niño.

Una carta para Reyes,
mazapanes y turrones,
zambombas y panderetas.
Fantasía e ilusiones.

Sobrinos, tíos y hermanos.
Primos, algún amigo.
Y quien se una ese día
por compartir pan y vino.

Faltarán ya los abuelos.
Y se les recuerda siempre.
Y a quienes se fueron pronto,
dejando risas ausentes.

El nacimiento bonito.
O el árbol engalanado
llegan a los corazones
dejándolos abrigados.

Sin la mirada de un niño
los ingredientes no bastan,
son cosas y simples cosas.
Ellos las dotan de magia.

Porque magia no nos falte,
ni sonrisas, ni alegrías.
Que los abrazos sean largos
en la dulce algarabía.

Albada Dos

 Otro poema, que me explican que se puede cantar, nos lo regala Joaquín Lourido

En el portal de Belén,
en la ciudad de Judea
estaba la virgen parida
y le alumbraba una estrella.
El divino San José
le dijo de esta manera:
- Qué haces ahí María
con hábito de doncella?
- Aunque estoy aquí José
no dejo de pasar pena
el niño recién nacido
la muerte se le ordena,
o a de morir de un palo
o de una cruz de madera...
Aquel día sale sol...
Siete pobres a la mesa,
ellos como eran pobres
todos tenían vergüenza.
Sólo había un muchachito
que tenía mucha lengua,
la Virgen que tal oyó
los echó puertas afuera
por aquel postigo abierto
que nunca estaba cerrado.